
Siempre estás llorando, pobre niña tonta. Ahogándose en sus penas silenciosas, temiendo por el abandono que una y muchas veces ya sufrió. ¿A qué tanto le temes tú? Yo, antes le temía a lo visible, a los hombres rudos, a las públicas humillaciones, a los falsos amigos que con promesas rompían mi tonto corazón. Ahora, ahora... le temo más aquello que no puedo ver, que se encuentra oculto en la oscuridad de mi mente. Eso, que sin apuro me atormenta cada minuto de mi apática existencia... eso es lo que me atemoriza a mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sé libre de comentar