Hey, tú

Destrúyeme, como únicamente tú sabes. Acaba conmigo, maltrata nuestro recuerdo, daña mi consciencia. Tan solo no me abandones jamás.

sábado, 30 de noviembre de 2013


“Lo que no sabía, es que ella sí se había fijado en él, pero no justamente de la manera en la que este quería”

Había planeado tantos encuentros fortuitos que no encontraba una cuenta exacta para todos ellos; la verdad es que sus días se basaban patéticamente en observarla desde la lejanía, siempre rodeada de gente, pero sin interactuar con ellos en realidad, silenciosa, leyendo un libro o sumida en su celular mientras sus cejas se encontraban siniestramente formando una v entre ellas. Le gustaba ese gesto, lo tenía plasmado en su memoria. Le gustaban sus labios, su cabello y su vestimenta, le gustaba todo ello y más.

Cuando sus miradas se encontraban todo era perfecto, pero tontamente, a pesar de que anhelaba ese encuentro con añoro, cuando sucedía, retiraba la mirada velozmente.
¿Por qué le gustaba, por qué?

Vaya mierda. Es que sencillamente, los amores así no existían y todo ello era una tonta confusión de su mente, solo eso

— ¿En qué piensas? — Cuestionó su compañera sin prisa, figando su atención hasta el lugar en el que se concentraba su vista con tal esmero. Se percató de ello y con pudor le observó, esta sonrió entre dientes y continúo comiendo el helado que se hallaba en su regazo.
Le gustaba eso de ella, su prudencia, sabía cuánto le pasaba y aun así esperaba el momento en él que él se sintiese a gusto para contarle todo, no por nada era su mejor amiga. Suspiró frustrado y acarició su sien con ferocidad.


Que patético. Que patético resultaba el incrementar de sus ansias al verla, que triste resultaba el sonido de su corazón cuando hacía aparición en la cafetería, que patético todo. Sobre todo él, que idiota era.

Te extraño, aunque sé que no debo. Como se anhelan las cosas prohibidas y extraordinarias, extraño esa nada entre nosotros, extraño sentir tu presencia cercana; este sentimiento perturbadoramente presente me está matando lentamente, y con coraje te digo que no puedo. No puedo más, no deseo soportar más esto. Cuánto más necesitas que te extrañe. A este punto, sospecho firmemente, que este corazón no es mío. No este tan frágil y despreciable. Porque yo soy fuerte, fuerte… pero contigo débil. Fuerte, pero sin ti endeble. ¿Qué más quieres de mí? ¿Cuánto más sentimiento quieres que ponga en estas tontas palabras? ¿Cuánto más tengo que extrañarte?
Por favor, basta. Había decidido olvidarte, ¿sabes? Me engañaba cada mañana, me concentraba en cosas que por lo general ignoro, todo para no dedicarte un pensamiento, todo para no recordar tus bellos ojos… pero llegaste de nuevo a mi vida, como si nada. Como si no te hubiese llorado ya lo suficiente, como si no te hubiese dedicado ya tantas canciones. Me hiciste sentir insegura de todo una vez más, me destruiste sin reparo, tan fría y a su vez preciosa.

Te observo desde lejos, silenciosa, me grabo tus gestos en mi memoria. ¿Es patético? ¿Extrañarte tanto es estúpido? No sabes quién soy, no sabes lo que causas en mí, no sabes cómo late mi corazón cuando te veo en la lejanía, no sabes nada. Porque para ti, yo soy nada.