Te
extraño, aunque sé que no debo. Como se anhelan las cosas prohibidas y
extraordinarias, extraño esa nada entre nosotros, extraño sentir tu presencia
cercana; este sentimiento perturbadoramente presente me está matando lentamente, y con coraje te
digo que no puedo. No puedo más, no deseo soportar más esto. Cuánto más
necesitas que te extrañe. A este punto, sospecho firmemente, que este corazón no
es mío. No este tan frágil y despreciable. Porque yo soy fuerte, fuerte… pero
contigo débil. Fuerte, pero sin ti endeble. ¿Qué más quieres de mí? ¿Cuánto más
sentimiento quieres que ponga en estas tontas palabras? ¿Cuánto más tengo que
extrañarte?
Por
favor, basta. Había decidido olvidarte, ¿sabes? Me engañaba cada mañana, me
concentraba en cosas que por lo general ignoro, todo para no dedicarte un
pensamiento, todo para no recordar tus bellos ojos… pero llegaste de nuevo a mi
vida, como si nada. Como si no te hubiese llorado ya lo suficiente, como si no
te hubiese dedicado ya tantas canciones. Me hiciste sentir insegura de todo una
vez más, me destruiste sin reparo, tan fría y a su vez preciosa.
Te
observo desde lejos, silenciosa, me grabo tus gestos en mi memoria. ¿Es
patético? ¿Extrañarte tanto es estúpido? No sabes quién soy, no sabes lo que
causas en mí, no sabes cómo late mi corazón cuando te veo en la lejanía, no
sabes nada. Porque para ti, yo soy nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sé libre de comentar